Fuente: La Jornada
En México, diversos estudios apuntan que lejos de disminuir la violencia sexual contra las mujeres en los últimos años, esta ha aumentado. Y es que, el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, también publlicó un análisis, en el que destaca que en 2018 se reportaron 15 mil 322 presuntos delitos de violación y en 2022 la cifra llegó a 23 mil 100, lo que significó un incremento de 50% en menos de un lustro.
Claro ejemplo de esta constante violencia, es que en los primeros seis meses de 2023 se han denunciado 12 mil 134 supuestas violaciones, lo que da un promedio diario de 66 denuncias en todo el país, por lo que, lamentablemente es de esperarse que este año se mantenga la tendencia al alza.
En este sentido, el escenario de violencia sexual contra mujeres en México indica que la mayoría de las víctimas no denuncia, por lo que se estima que la cifra negra es mucho más alta.
Por ejemplo, hasta junio de 2023, las cinco entidades con el mayor número de presuntos delitos de violación fueron el Estado de México con 1,746; Ciudad de México, 1,453, Nuevo León, 838, Chihuahua, 748 e Hidalgo, 570. Por su parte, las llamadas de emergencia al 911 crecieron casi al doble entre 2016 y 2022, al pasar de 3 mil 925 a 6 mil 977, registrando en lo que va de 2023, 4 mil 164.
Sobre las llamadas para reportar acoso sexual, se han multiplicado casi por cuatro, al aumentar de 3 mil 179 en 2016 a 11 mil 323 en 2022, y durante el presente año se han presentado 5 mil 919.
Lo más alarmante es que en el castigo de estos delitos prevalece la impunidad, muestra de ello, es que en 2021, cuando se registraron 1.7 millones, sólo 10 mil 807 personas fueron recluidas en el país acusadas de delitos contra la libertad y seguridad sexual, lo que implica que, por cada 157 agravios cometidos en ese año, sólo una persona pisó la cárcel.
Lo más alarmante es que en el castigo de estos delitos prevalece la impunidad, muestra de ello, es que en 2021, cuando se registraron 1.7 millones, sólo 10 mil 807 personas fueron recluidas en el país acusadas de delitos contra la libertad y seguridad sexual, lo que implica que, por cada 157 agravios cometidos en ese año, sólo una persona pisó la cárcel.
Finalmente, es crucial reconocer que los feminicidios no son simplemente casos aislados, sino que están arraigados en patrones culturales, estereotipos de género dañinos y normas sociales que perpetúan la violencia contra las mujeres, y para abordar esta problemática, se requiere una combinación de medidas legales, educativas, culturales y sociales.